29 de abril de 2017

Mezcla de azules

En la arena brillan las estrellas,
entre las nubes
sube y baja la marea,
entre intensos azules
los opuestos se entremezclan.
Dos mundos se funden.

En el horizonte se esfuman
los peces al volar,
en el vaivén de la espuma,
las aves al nadar.

Todo se vuelve mezcla,
con el baño de la locura,
de una realidad verdadera
sin distancia alguna.



10 de abril de 2017

¿Y si...?

Agarro mi segunda copa de la noche y me la llevo a los labios. Miro a mi alrededor: una discotecucha llena de niñatos y mis amigas que ya van bastante pedo, no sé si desde fuera se me verá a mí tan mal, pero me da igual. Ellas bailan sin importarles hacer el ridículo, parece que se están divirtiendo, que envidia. En cambio yo no tengo ningunas ganas de levantarme del taburete.

Se me acerca mi amiga Carla – “Ana, no pongas esa cara tan larga. Mira el lado positivo, ahora que habéis roto, puedes hacer lo que quieras. Mira, esto está lleno de chicos y muchos de ellos son monos. Seguro que a alguno le gustarás. Baila con nosotras y seguro que se te acercan.”


Genial, lo que me faltaba, que me recordase que Roberto cortó conmigo. Agacho la cabeza, pero esta vez consigo no llorar, soy fuerte. Vuelvo a mirar a mi amiga e intentando sacar una sonrisa para disimular – “No tía, no me apetece nada bailar. Hoy estoy muerta.”

-“Pues tú te lo pierdes”- se da la vuelta y continua con su baile.

Le doy otro sorbo a mi copa y sigo mirando a la gente de la discoteca. Hay muchos chicos, pero ninguno me llama la atención, decir que algunos son monos es decir mucho, no hay ninguno que merezca la pena. Bueno, ese de allí tiene un pase. Y ese otro, pues… sin ese corte de pelo tan raro, a lo mejor.

Se abre la puerta y entra un grupillo de chavales, pero yo sigo a lo mío. Cuando pasan por al lado mía, me fijo en uno de ellos. Alto, pelo castaño y unos ojazos azul claro. Es muy guapo. Lo sigo con la mirada y se queda con unos cuantos del grupo en la barra, mientras el resto de ellos se dirige al fondo de la discoteca. Seguramente para pillar sitio o ir al baño, pero a mí eso no me importa. Me quedo embobada mirándolo  a él.