31 de mayo de 2017

Criaturas y leyendas - La extinción de los dragones

Era una noche como otra cualquiera en el orfanato. Todos los niños nos reunimos en la sala más grande y nos sentamos en el suelo a la espera de Lim. Entró un hombre grande y grueso, con expresión amigable en el rostro, era Lim. Como todas las demás noches se sentó frente a nosotros y después de vislumbrar nuestras infantiles caras de impaciencia, empezó a hablar.

-Hola niños. ¿Qué historia queréis que os cuente hoy?

Se inició un revuelo entre los niños y niñas. –Cuenta otra vez la historia del príncipe- dijo Mari.

-Yo quiero la de Aníbal, el rey de los hunos.- dijo Lucas.

-No, no quiero esa historia.- protestó Peter.

A éstas le prosiguieron otras peticiones y opiniones, pero la gran mayoría se pisaban unos a los otros y se hacían incomprensibles.

-Silencio, niños. Silencio- intervino Lim, todos se callaron, atentos a sus próximas palabras. –Hoy va a elegir la historia Yenna, que aún no ha dicho nada.- Al oír mi nombre me sonrojé. –Dime Yenna, ¿qué cuento quieres que narre?

Me quedé pensando un rato ¿qué cuento quería yo? Se me vino a la mente una historia que me solía contar mi padre para que me durmiera. –Quiero que nos cuentes la extinción de los dragones.-

El cuentacuentos sonrió –No es una historia que me suelan pedir, aunque es una buena historia- se dirigió a la chimenea y alimento el fuego –acercaos y poneos cómodos, os voy a contar una historia que sucedió hace más un siglo…

13 de mayo de 2017

La noche para un sí

Hoy es la noche en la que tengo todo preparado para un “sí”.

Todo a punto, listo, preparado y ensañado. Me apresuro al punto en el que dará un cambio a mi vida, pues llego tarde por culpa de mi incesante perfeccionamiento en mi aspecto, a mi parecer, detalladamente cuidado para tal ocasión.

Allí está. Me saluda con la mano, la saludo, nos saludamos. Una sonrisa me encuentra y yo le muestro su reflejo. Espectacular, excitante, pero, eso sí, muy nervioso. Las próximas fueron horas de diversión, risas, colegueo y algún que otro piropo por mi parte.

La noche acabó con un largo y estimulante paseo bañado por la luz innatural y amarillenta de las farolas. Pasamos por el sitio perfecto escogido por mí, un banco recogido de miradas indiscretas y de oídos chismosos. Nos sentamos.