Entre finos barrotes veo cómo mi vida pasa,
pasa tan lenta como el agua que se estanca.
Mis segundos se vuelven horas,
mis horas se tornan en semanas,
sin un objetivo claro mis alegrías me abandonan
Tan desesperado estoy que
suplico clemencia,
lloro para mi indulgencia.
Y mi carcelero
se mofa de mis ruegos,
eso me derrumba.
Siento que me muero.
de mi garganta empezaron
dulces melodías a brotar.
Con letras que inspiraban libertad,
esas letras se empezaron a amotinar.
Y aunque mi carcelero
se mofe de mis sonatas
no me volveré a derrumbar.
“Yo soy convicto.
Yo soy un pájaro enjaulado.
(Y, con lágrimas en los ojos, digo)
Ya nunca más me verás arrodillado.”