30 de noviembre de 2016

Criaturas y leyendas - Argos, el guardián de los mil ojos

Zeus envió a Hermes, el mensajero del Olimpo, para realizar una misión, asesinar a Argos, el guardián de la diosa Hera. Mas, era una ardua tarea la que le habían encomendado al mensajero, no llamaban, al guardián, Argos de todos los ojos por nada, era el mejor protector y cuando Hermes lo vio por vez primera comprendió el porqué.

Era un ser semi-amorfo de fuertes brazos y de corpulencia asombrosa, pero aquello no era lo que le hacía merecedor de su reputación, sino que lo eran sus  ojos, que no sólo tenía una visión agudizada, se repartían por todo su cuerpo multitud de ellos.

El asesino lo siguió con cuidado durante cuatro días, con sus cuatro noches, esperando el momento propicio para apuñalarlo. Sin embargo, sus ojos eran capaces de mirar a todas las direcciones a la vez, nunca bajaba la guardia, ni tan siquiera para dormir, ya que sus ojos dormían por turnos y no hubo ni un solo instante en que Hermes viese que se cerraban todos a la vez.

Así que podía pillarlo desprevenido y no iba a arriesgarse a un enfrentamiento cuerpo a cuerpo, puesto que aquella bestia superaba su altura en dos cabezas, por lo menos. Tras mucho cavilar se le ocurrió una magnífica idea. Lo primero fue disfrazarse de pastor y se acercó al lugar por donde rondaba Argos.

-Tiene que ser muy duro tener que estar todo alerta, sin descanso- le dijo Hermes –Deberías tomar algo.

-Tienes toda la razón buen pastor, no me vendría mal un poco de vino. Hace mucho calor y tengo la garganta seca-carraspeó el guardián.

Le ofreció un odre, lo que no sabía Argos era que aquel recipiente no contenía solamente vino, le había añadido un potente somnífero. El astuto mensajero esperó pocos minutos a que aquella droga hiciese su efecto, el guardián se acomodó bajo un frondoso y verde árbol. Al mercenario le faltó tiempo para decapitarlo y presentárselo a Zeus para recibir su recompensa.


Al siguiente día la tragedia llegó a oídos de Hera. La diosa sintió tanta lástima por lo sucedido que decidió que todos los pavos reales portasen en sus colas pequeños ojos que nunca durmieran, en honor de su fiel guardián. 



20 de noviembre de 2016

Tres rosas

Una rosa por cada beso,
por cada caricia,
por cada intento
de convertir aquello en pericia.

Una rosa por cada risa,
por cada momento,
por cada sonrisa
al decirte lo que siento.

Sólo me queda una rosa,
y es para ti,
 para la mujer más hermosa
que me hizo sentir así.

Mi última rosa
para mi último amor.