Me susurra un silencio
de color blanco,
en él oigo claro
lo bueno de la vida.
Un silencio agradable,
sin disputas ni tristeza,
algo reconfortante.
Me grita un silencio
de color oscuro,
en él escucho
todo lo malo de cada día.
Un silencio inquietante,
sin alegrías ni viveza,
algo preocupante.
Ambos unen sus sonidos,
ya no los distingo como antes,
ahora solo perciben mis oídos
un tono de silencio
para cada momento.
29 de diciembre de 2017
17 de diciembre de 2017
Criaturas y leyendas - El triángulo de los suicidas
El sol brillaba con fuerza mientras Luis se entretenía vareando olivos. El joven alcalaíno golpeó las ramas de uno de los árboles con desgana y recogió las uvas que se habían caído al suelo. Se acarició la frente perlada de sudor mezclada con suciedad, se sentó bajo la sombra del árbol para descansar un poco antes de continuar. Parecía muy a gusto, tanto que, poco a poco, fue cerrando los ojos y se quedó profundamente dormido.
El ambiente había enrarecido, nubes oscuras se abalanzaron sobre todo el campo, apagando aquella claridad primaveral. El muchacho se despertó al notar un repentino aire frío que empezaba a helarle la punta de la nariz y de las orejas. Se frotó enérgicamente los brazos en busca de calidez, sin embargo solo le sirvió para descubrir que las yemas de los dedos ya no eran capaces de percibir el tacto. No comprendía como de un día tan caluroso había pasado a un día típico de enero. Echó un vistazo a su alrededor, todo cuanto veía había cambiado a una tonalidad morada.
Se levantó y dispuesto a coger el cesto en el cual había guardado las uvas que había recogido, se quedó petrificado al oír un ruido extraño. Lo cierto es que Luis lo único en lo que estaba pensando era guardar lo recogido y entrar cálida casa, no obstante, otra idea le invadió, alguien podría haberse colado en sus terrenos para robar, aprovechando la ausencia de su padre y sabiendo que él haría más bien poco.
A simple vista parecía el campo tranquilo, prestó un momento de atención por si oía algún otro ruido. No oyó nada más, sin embargo no se quedó tranquilo. Llevó el recipiente de uvas junto con las demás y decidió darse una vuelta por el terreno, a fin de buscar algún indicio de que alguien o algún animal hubiesen entrado.
El ambiente había enrarecido, nubes oscuras se abalanzaron sobre todo el campo, apagando aquella claridad primaveral. El muchacho se despertó al notar un repentino aire frío que empezaba a helarle la punta de la nariz y de las orejas. Se frotó enérgicamente los brazos en busca de calidez, sin embargo solo le sirvió para descubrir que las yemas de los dedos ya no eran capaces de percibir el tacto. No comprendía como de un día tan caluroso había pasado a un día típico de enero. Echó un vistazo a su alrededor, todo cuanto veía había cambiado a una tonalidad morada.
Se levantó y dispuesto a coger el cesto en el cual había guardado las uvas que había recogido, se quedó petrificado al oír un ruido extraño. Lo cierto es que Luis lo único en lo que estaba pensando era guardar lo recogido y entrar cálida casa, no obstante, otra idea le invadió, alguien podría haberse colado en sus terrenos para robar, aprovechando la ausencia de su padre y sabiendo que él haría más bien poco.
A simple vista parecía el campo tranquilo, prestó un momento de atención por si oía algún otro ruido. No oyó nada más, sin embargo no se quedó tranquilo. Llevó el recipiente de uvas junto con las demás y decidió darse una vuelta por el terreno, a fin de buscar algún indicio de que alguien o algún animal hubiesen entrado.
2 de diciembre de 2017
¿Quién es ella?
¿Cuál es el nombre de ella?
Sería largo su mención,
pues muchos tiene para enumerar.
¿Cómo la conocista a ella?
Un mal día apareció
como una tempestad.
¿Qué fue lo primero que sentiste por ella?
Primero sentí desazón,
seguido de un tormento fatal.
¿Por qué te aferraste tanto a ella?
Fue única que se preocupó
por mí, cuando tuve necesidad.
¿Cómo decidiste dejarla a ella?
Un día a mi vida alguien llegó
y me dijo que conmigo quería estar.
¿Qué pasó entonces con ella?
No hizo falta más, sólo desapareció.
Es lo que tiene haber estado con la Soledad.
Sería largo su mención,
pues muchos tiene para enumerar.
¿Cómo la conocista a ella?
Un mal día apareció
como una tempestad.
¿Qué fue lo primero que sentiste por ella?
Primero sentí desazón,
seguido de un tormento fatal.
¿Por qué te aferraste tanto a ella?
Fue única que se preocupó
por mí, cuando tuve necesidad.
¿Cómo decidiste dejarla a ella?
Un día a mi vida alguien llegó
y me dijo que conmigo quería estar.
¿Qué pasó entonces con ella?
No hizo falta más, sólo desapareció.
Es lo que tiene haber estado con la Soledad.
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