El sol brillaba con fuerza mientras Luis se entretenía vareando olivos. El joven alcalaíno golpeó las ramas de uno de los árboles con desgana y recogió las uvas que se habían caído al suelo. Se acarició la frente perlada de sudor mezclada con suciedad, se sentó bajo la sombra del árbol para descansar un poco antes de continuar. Parecía muy a gusto, tanto que, poco a poco, fue cerrando los ojos y se quedó profundamente dormido.
El ambiente había enrarecido, nubes oscuras se abalanzaron sobre todo el campo, apagando aquella claridad primaveral. El muchacho se despertó al notar un repentino aire frío que empezaba a helarle la punta de la nariz y de las orejas. Se frotó enérgicamente los brazos en busca de calidez, sin embargo solo le sirvió para descubrir que las yemas de los dedos ya no eran capaces de percibir el tacto. No comprendía como de un día tan caluroso había pasado a un día típico de enero. Echó un vistazo a su alrededor, todo cuanto veía había cambiado a una tonalidad morada.
Se levantó y dispuesto a coger el cesto en el cual había guardado las uvas que había recogido, se quedó petrificado al oír un ruido extraño. Lo cierto es que Luis lo único en lo que estaba pensando era guardar lo recogido y entrar cálida casa, no obstante, otra idea le invadió, alguien podría haberse colado en sus terrenos para robar, aprovechando la ausencia de su padre y sabiendo que él haría más bien poco.
A simple vista parecía el campo tranquilo, prestó un momento de atención por si oía algún otro ruido. No oyó nada más, sin embargo no se quedó tranquilo. Llevó el recipiente de uvas junto con las demás y decidió darse una vuelta por el terreno, a fin de buscar algún indicio de que alguien o algún animal hubiesen entrado.
A medida que caminaba y no encontraba nada fuera de lo común, aparte del propio clima, se calmaban sus miedos. Mientras paseaba por uno de los árboles más robustos, creyó ver algo parecido a una sombra en la copa del árbol. Un ave tal vez. No, parecía que era algo más voluminoso. Luis dudaba si era producto de su imaginación, no obstante, tenía que comprobar si allí arriba había algo. Podría haber ido en busca de unas escaleras, pero no tenía tiempo, así que empozó a trepar por el tronco. Hizo una graciosa mueca, se recordó así mismo unos cuantos años atrás, haciendo eso mismo, aunque en aquel entonces lo tenía como costumbre, ahora le resultaba un tanto raro volver a hacerlo. “Necesito saber lo que hay ahí” es en lo que pensó para sí. Su corazón ya no latía a un ritmo normal, no solo debido al esfuerzo, pues el tener las manos insensibilizadas por el frío no ayudaba a la escalada, sino también por el miedo de que algo le saltase a la cara y se diese de bruces contra el suelo.
Rebuscó en el follaje del árbol y algo le rozó, no se lo esperaba y alejó la mano de forma instintiva. Con decisión y cuidado introdujo la mano nuevamente, logró agarrar algo, era largo y áspero. Por el tacto parecía una cuerda. Para asegurarse metió la cabeza, al hacerlo perdió pie, sin embargo su cuerpo cayó al suelo. Su cabeza se relió en el trozo de cuerda, notaba como le estaba oprimiendo el cuello, pataleaba y braceaba de un lado para otro, intentando agarrarse a algo, pero le fue del todo imposible, agitaba demasiado los brazos. Sus fuerzas fueron amainando, hasta que no parecía más que un muñeco de trapo.
Su padre lo encontró a la mañana siguiente y espantado llamó a la policía. Las autoridades lo tomaron como un intento de suicidio que por algún fallo resulto ser lento y agónico, en vez de rápido en indoloro con una soga al cuello, por lo que cerraron el caso. Por el contrario, los más ancianos del pueblo están convencidos de que no fue así, dando como argumento una antigua leyenda de los alrededores en la que decía que esas tierras y las de más allá están malditas, que acaban por pedir la sangre de aquellos que las explotan y las lágrimas de los que aún siguen con vida.
Esta historia ha sido creada a partir de otras historias e investigaciones, aquí os dejo un enlace por si queréis saber más sobre el tema y los casos reales:
https://www.elespanol.com/reportajes/grandes-historias/20160729/143736438_0.html
El fondo de la historia bueno pero la redacción deja mucho que desear
ResponderEliminarLa verdad es que no ha salido como en un principio pensaba, además que le he dedicado poco tiempo a este relato y apenas lo he revisado. Ya sé que la próxima vez tengo que trabajarlo más. Gracias por tu opinión y un saludo.
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