En alguna parte de Andalucía, en la sala de una pequeña y lúgubre oficina de empleo.
Algunos calendarios de propaganda de diversos años decoran las paredes de color
amarillo, en la cual no se divisa ninguna ventana, toda la luz proviene de las lámparas
del techo; también se encuentra una mesa con un ordenador encendido, unos cuantos
folios desparramados por ella y un pequeño bote lleno de bolígrafos de varios colores,
además de algún que otro subrayador y una grapadora. A ambos lados de la mesa se
encuentran sendas sillas de despacho algo envejecidas. Sin embargo, destaca sobre
aquella mesa un vistoso cartel de considerable tamaño, delante del ordenador, con una
impresión en la cual pone: “VUELVO EN 5 MINUTOS”.
Haciendo cola se encuentran, por el siguiente orden, un tipejo desaliñado que viste un
chándal roñoso y amplio, otro hombre más mayor de unos cincuenta años y, por último,
una mujer bien vestida y medio-maquillada que arrastra consigo un carrito de bebé.
MUJER- (observa su reloj de pulsera y resopla)-Qué tarde se me hace. Debería de
haberme tocado ya el turno.
HOMBRE- (gira medio cuerpo para conversar con la mujer)- Y que lo diga, yo llevo
esperando uno’ veinte minuto’ y ni siquiera han “atendío” al hombre de delante.
(Señalando al tipejo con el dedo pulgar).
TIPEJO- (girándose)- Ya ve’, “yo-stoy“ aquí de’de la nueve’ y media y son la’... (Se
mira la muñeca). Andá, no llevo ́l reló’. ¿Qué hora e’?
MUJER- Las diez y cuarto.
TIPEJO- Pue’ eso, llevo má’ de media hora y aquí n’aparece nadie. Y era pa’ una
entrevi’tilla de trabajo.
MUJER- (Adelantándose y hablando con el público). Para una entrevistilla de trabajo
dice, y yo sólo vengo para recoger un papel que certifique que estoy desempleada, para
poder solicitar una ayuda de madre soltera.
Se escucha un estruendo detrás del mostrador y el niño del carrito empieza a llorar, la
madre mece el cochecito hasta que se calma.
FUNCIONARIO- (fuera de escena)- ¡Vaya, hombre! Ya se ha caído otro azulejo del
baño.