El dolor me invade por capricho,
capricho de un destino cruel y duro,
recuerdo del sufrimiento mudo
que padezco por las flechas de cupido.
Muero al estar enmudecido a tu lado,
vivo por sentir de tu mano un roce,
muero al estar de ti apartado,
vivo por decirte lo que siento a voces.
Así se entere la Corte Celestial,
envidiosos de amor;
así se entere Satanás,
celoso de pasión.
Muera la luna al verte risueña,
al ver tus ojos cristalinos,
muera de celos la diosa más bella.
Mas, muera yo por ser necio cobarde
por no haberte tan siquiera un beso robado.
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