25 de junio de 2017

La cara de la moneda (Las dos caras de la moneda parte 1)

El mundo de hoy me aterra.

Con sangre y violencia
se escribe la inminente guerra.
Con injusticia y demencia
los acaparadores al poder se aferran.

Los seres vivos con desconsuelo
lloran a lo que una vez fue Tierra.
Se ha convertido en el suelo
bajo en el montañas de basura entierran.

Lo que conocí como imaginación
para mis hijo es como si no existieran
no ven más allá de la animación
que reproduce un Smartphone cualquiera.

En las noticias, países hambrientos
víctimas de una sociedad con etiquetas.
En los diarios, varios muertos
asesinados a manos de supérfluas contiendas.

Cierro mis ojos para no seguir viendo
a cun ser que ni a él mismo respeta.



6 de junio de 2017

La picaresca española

José: El otro día chateé con una tal Jessica, ¡no veas cómo está! Mira, es la de la foto.

Manuel: Buff, la verdad es que sí. Un momento, ¿tú no estabas con saliendo con Alicia?

José: Sí, y qué más da.

Manuel: ¿Cómo que qué más da? No la quieres.

José: Ya estás otra vez con esa chorrada del amor.

Manuel: Sí… Es decir… No es una chorrada.

José: Lo esencial es el sexo, lo demás es secundario.

Manuel: No, no lo es. Amar a alguien es algo bello, no sé si conseguiré ni tan siquiera describirlo.

José: Venga. Adelante. Inténtalo.

Manuel: Amar a alguien es algo maravilloso. Y esencial, la vida sin el amor no tendría sentido.

José: Bla bla bla

Manuel: Voy a volver a intentarlo.

José: ¿Vas a seguir dándome mucho el tostón? He quedado con esa chica esta noche. Seguro que triunfo.


2 de junio de 2017

El cuadro de las maravillas

Los mayores se paran  delante de los cuadros de la sala y se ponen a mirarlos durante minutos, como si les estuvieran escuchando atentamente. ¡Pero qué tontería! Los cuadros no hablan. ¿Y si pudieran hablar? No tendrían nada que decir, son demasiado aburridos. Preferiría estar viendo la tele echada en el sofá. Eso sí que es divertido y no este muermo.

Pero bueno, mis padres me han obligado a venir y a mi móvil ya no le queda batería, así que me daré una vuelta por aquí.

Todo lleno de cuadros feos y que no hay manera de entender. Me acerco a uno. Este cuadro no hay por dónde cogerlo, inclino la cabeza, me alejo, me vuelvo a acercar. Pero por más vueltas que le doy, no distingo absolutamente nada. Miro la plaquita que está al lado del cuadro, a ver qué quería mostrar el autor: “Título de la obra: Sin título”. Ni el mismo autor sabe lo que es. Bueno, pasemos al siguiente.

Peor que el otro. Y el título… igual. Esto del arte abstracto es algo que se han sacado de la manga los artistas para conseguir dinero fácil por cuatro manchas y unas cuantas rallas mal dibujadas.

Vuelvo a echar otro vistazo rápido a la sala, no encuentro nada que me gust… Espera, ese cuadro no lo había visto antes. Me quedo de pie frente a él y me quedo como hipnotizada, no sé decir el porqué, pero tiene algo. Siento como si la luz del cuadro saliese del cuadro y me llamara. Las líneas borrosas y los colores empiezan a definirse y a brillar. Veo como de repente me envuelve un campo de flores del tamaño de árboles. Cuantos colores, cuantos aromas. Y arriba una cielo perfecto, sin una sola nube, sólo el sol reluciendo como nunca antes había visto en un celeste puro.

No sólo lo veo, también lo siento, siento ese olor a rocío de por la mañana, siento una agradable brisa y un aroma que me atrapa. Me viene la historia que me leía mi padre de pequeña, “Alicia en el país de las maravillas”, siempre me decía que era su historia favorita. Y ahora también la mía. Me trae viejos recuerdos que ya creía olvidados, me hace sentir…

- Carla- la voz de mi padre devuelve a la realidad –Venga, nos vamos.

Lo miro y luego vuelvo a mirar el cuadro. – ¿De verdad tenemos que irnos?

Mi padre sonríe, parece como si estuviese contento y triste a la vez. – ¡Vaya! Creía que nunca más iba a poder ver esa mirada.

-¿Qué mirada?

-Esa mirada que dicen quiero-ver-más. Una mirada deseosa de descubrir cosas nuevas. Como la que tenía tu abuela.- Reconozco que estas palabras me han emocionado, la echo mucho de menos.
Debe habérseme notado, porque mi padre me da un abrazo cariñoso, tierno y no puedo reprimir algunas lágrimas. Despega su cuerpo del mío y observa el cuadro.

Me seco las lágrimas, o más bien las reparto por mi cara. –Me gusta este cuadro, me hace sentir bien.
- ¿Sabes? Tu abuela solía decir que los artistas no tienen el mismo significado para todo el mundo, que eran como cuerpos vacíos que nos permitían a nosotros mismo llenarlos con lo que guardamos en nuestro interior. Un empujoncito para conocernos a nosotros mismos.


Yo no dije nada y mi padre tampoco, nos quedamos los dos embobados mirando la radiante luz que irradiaba aquella maravilla.