-Era yo una mosca pequeña cuando, una vez, mi padre y yo volábamos sobre la cabeza del señor Guzmán y me dijo mientras la señalaba "¿Ves esa calva, hijo?" y después de que yo asintiera con la cabeza, continuó "Pues cuando yo tenía tu edad, tooodo esto era bosque", yo le pregunté qué era lo que ocurrió y él me contó que cuando él era joven el señor Guzmán cogió piojos, por lo que tuvo que raparse la cabeza al cero, es lo que hoy se conoce como... ¡Oye, Marina! ¿Me estás escuchando?
-Sí, sí, abuelo. Algo de que había unos piojos calvos- respondió su nieta, ¿no?
-No, eso no es. No me estabas escuchando. Estás con el móvil, como siempre.- el abuelo mosca agitaba su bastón a modo de sermón.
-Abuelo, es que tus historias son muy aburridas y la mosca que me gusta acaba de comentarme en Moscagram. ¡Ha dicho que salgo muy guapa! ¡No me lo puedo creer! Verás cuando se lo cuente a Susana, va a flipar.
-¿Y eso es más importante que escuchar a tu abuelo?
-Bzzz... Eh... Sí- dijo Marina con tono irónico.
-Los adolescentes de hoy no tenéis respeto a vuestros mayores, en mis tiempos...
-Pfff... En tus tiempos- la nieta le pisó la frase al anciano mosca -¿Cuánto hace de eso? ¿Dos meses? Es mucho tiempo-
-¿Dos meses? De eso no tiene ni idea tu generación- el anciano volvió a zarandear el bastón con energías renovadas -de eso hace ya veintiún días.
-Lo que yo he dicho, muuuuucho tiempo. Debiste conocer a los moscasaurios y todo.
-Bzzz. ¡Esta adolescente! Si tu bisabuelo estuviera aquí, te hubiera educado a porrazos- dijo clamando al cielo y con un gesto exagerado de las patas.
-¿El bisabuelo no fue ese al que la señora Guzmán mató de un zapatillazo?- la joven ni apartaba la vista de su pequeño móvil.
-Sí, salió un fatídico día a por comida para alimentar a su familia. Murió por nosotros, como un auténtico héroe- la vieja mosca miraba como su nieta se levantó y se estaba yendo -¿Dónde vas ahora?
-Es que me aburro, voy a ver un rato la tele. Creo que estaban echando Moscas, mosquitos y viceversa.
-Bzzz. ¡Muy bonito, seguro que cuando ya no esté me echarás en falta! ¡Aaaay! Si llego a saber que tanto mis hijos, como mis nietos me iban a tratar así, no hubiese tenido ni larvas. - vuelve a mirar hacia arriba, esta vez poniendo una voz más teatral.
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