30 de julio de 2016

Criaturas y leyendas - Apolo y Dafne


Apolo  observaba como Eros practicaba con el arco y dijo, jactándose: - Dime, joven afeminado: ¿qué pretendes hacer con esa arma más propia de mis manos que de las tuyas? Yo sé lanzar las flechas certeras contra las bestias feroces y los feroces enemigos. Conténtate con avivar con tus candelas un juego que yo conozco y no pretendas comparar tus victorias con las mías.

Eros se enfureció de oír aquello y, colérico, sacó de su carcaj dos flechas: una hermosa y llamativa flecha de oro (con el poder de hacer amar) y una mellada y oxidada flecha de plomo (con el poder de hacer odiar). En la primera flecha grabó el nombre de “Dafne” y le acertó con ella a Apolo en el corazón e inmediatamente se quedó prendado de la hermosura de la joven ninfa. En la segunda, grabó el nombre de “Apolo” y se la clavó a Dafne en el corazón, que de momento le recorrió una ira y repulsión ilógicas hacia el dios de las artes y la música.

Desde entonces Apolo buscaba a Dafne y ella le rehuía. Una de las veces que Dafne se lavaba en el río Peneo, Apolo la observaba, escondido detrás de un árbol, en ese momento fue tal el arrebato de pasión al que sucumbió él, que fue corriendo en busca de la mujer que amaba. Ella se percató de ello y en respuesta salió huyendo por la orilla del río, mas esta vez Apolo no se dio por vencido y continuó la carrera. Al ver, Dafne, que, gracias a sus aptitudes de cazador, Apolo la estaba alcanzando, le entró un ataque de pánico. No sabía que podía hacer, la iba a coger. Con desesperación y con lágrimas emanando de sus ojos color avellana, le rogó a su padre, el dios Ladón, que si de verdad quería a su hija acabase con su sufrimiento.


El dios del río, Ladón, escuchó las súplicas de su hija pequeña e hizo que los pies de la joven se hundieran en la tierra que pisaba, convirtiéndose en raíces; sus brazos se retorcieron para convertirse en ramas y se arrugaron y endurecieron al igual que el resto del cuerpo, que ya se había convertido en madera cuando Apolo la abrazó desolado. Apolo agarró el rizado pelo de Dafne que se estaba transformando en follaje, sin embargo, cuando las tenía entre sus manos ya era tarde, habían sucumbido al poder del dios, se convirtieron en un puñado se hojas de laurel que el mismo regó con sus lágrimas por su corazón desolado y se las colocó a modo de corona en su propia cabeza como símbolo de que jamás se olvidará de su amor. Dafne.



10 de julio de 2016

Mi Málaga querida

Los kilómetros nos separan,
ya no puedo acariciarte,
ya no puedo observarte.

En el azul de tu mirada
recuerdo una sonrisa radiante
y un cabello, revoloteando, azabache.

Tu piel acaramelada,
dura como el diamante,
y de gran semblante.

Pienso en ti cada día,
mi Málaga querida.




29 de mayo de 2016

La luna te protege

A más de las diez en el verano,
todos los niños se sienten cansados.


Cansados de jugar a la pelota,
cansados de reír con los amigos,
cansados de saltar a la comba.

Al igual que los chiquillos,
el sol se acuesta temprano
y despierta la luna
cuidando de los niños buenos,
con  mil ojos,
con  mil estrellas,
con mil puntos luminosos.

“No tendréis pesadillas,
porque yo os espero”,
dice la luna a los niños
“Angelitos, dulces sueños,

todas las noches nos veremos”.



11 de mayo de 2016

El destino me abandona

Soy un guerrero sin guerra,
un marino sin mar.
El destino juega con el pesar
de mi alma de cera
hasta hacerme desangrar.


22 de abril de 2016

Llamada de la naturaleza

Un susurro acaricia mis pensamientos
como un hombre acaricia a su amada
se me erizan los negros cabellos de la nuca
un escalofrío llama a mi puerta

¿quién eres?
Respuesta no obtengo.

Continuo con mi noble oficio,
Otro cosquilleo se me aparece
a un moderado nerviosismo torno

¿qué quieres?
Respuesta no obtengo.

Busco con la mirada
indicios de otro ser,
Mas, estoy sumido en la soledad
de nuevo me siento agitado
por una extraña presencia

¿por qué me atormentas?
Un susurro me grita al oído

¿Quien soy?
Naturaleza me llaman

¿Qué quiero?
Vivir en paz me gustaría

¿Por qué te atormento?
Porque vosotros me atormentáis a mí.


10 de abril de 2016

Criaturas y leyendas - El monstruo del Lago Ness

Hace ya 66 millones de años atrás, la Tierra fue golpeada por un asteroide, el cual causó la extinción de los dinosaurios, gobernantes en aquella época tan exageradamente distante, y el inicio de la revolución y reinado de los mamíferos.

Mas, no todos aquellos enormes reptiles de dientes puntiagudos como dagas perecieron por la catástrofe, pues varias personas han visto o, incluso, fotografiado a un ser semejante a un dinosaurio marino en el Lago Ness, situado al norte de Escocia.

“El agua se encontraba enturbiada cuando divisé un objeto con aspecto rugoso, achiné los ojos y enfoqué hacia aquello que se elevaba sobre el agua: se trataba de una cabeza grisácea.  Poco a poco descubrió, parcialmente, su cuerpo repleto de escamas, tenía un extenso cuello que sostenía una diminuta cabeza, en proporción al enorme tronco del extraño animal. El cuerpo en sí era nudoso y parecía áspero al tacto, con dos o tres abultaciones en la grupa (no era capaz de distinguirlas con claridad), similares a las jorobas de los camellos.”

“Estaba incrédulo ante lo que mis ojos estaban viendo. Pasado un tiempo, en el cual me aseguré de que mi vista no me estaba jugando una mala pasada, aparté la mirada de aquella extensión de agua para buscar mi móvil en el bolsillo con el fin de fotografiar a lo que parecía un dinosaurio. Al volver a mirar, ya no estaba, lo único que quedaba de él era la agitación del agua en forma de hondas.”


Según se cuenta dicho animal podría ser el último dinosaurio que haya existido hasta la fecha. Un dinosaurio que se ha ocultado bajo un oscuro manto de agua que los separaba de los ojos de la humanidad.



6 de marzo de 2016

Criaturas y leyendas - El Cortijo Jurado

Eran finales del siglo XIX, María estaba encerrada con llave en una de las habitaciones del sótano. Tras horas de gritos sobrecogedores y de llantos ahogados, tenía un dolor persistente en la garganta y las lágrimas que le habían caído por su infantil rostro se habían secado, haciendo visible trazos salinos, que partían desde sus ojos irritados. Sin embargo no desistió en la tarea de pedir auxilio. Lo que ella desconocía que la hacienda de sus captores estaba situada a varios kilómetros al este del núcleo urbano de Málaga. Por lo que nadie más que los apresadores eran capaces de oír tanto temor. El sufrimiento de la pequeña era música melodiosa para sus oídos, se deleitaban con ello.


Por los pasillos de la casa resonaba un reloj de pie que daban las once menos cuarto. Desde el otro lado, alguien empezó a trastear la puerta. La chica se encogió en una de las esquinas de la habitación, de tal forma que la cara era tapada por sus propias rodillas y una cascada de cabellos color pardo. Ya no se oyeron más sonidos metálicos de la cerradura, la niña apretó las rodillas contra su pecho e hizo un llanto sordo. Una silueta con una túnica y una capucha del color de la noche se le acercó y la levantó con brusquedad del brazo.  La arrastró por un pasillo hasta llegar a una amplia sala, aunque la chica se resistió, el encapuchado, que parecía ser un hombre, poseía más fuerza que ella y eso sólo le sirvió para que él le oprimiera más firmemente de la muñeca.

En la sala se encontraban cuatro encapuchados más, todos dispuestos alrededor de un geométrico símbolo dibujado en el suelo. Cada uno de ellos portaba un cirio oscuro encendido, que era lo único que alumbraba aquella tétrica escena. Colocaron a la joven en medio de ellos y su captor pretendió desvestirla con abrumadora violencia mientras los demás alzaban canticos en una lengua ya muerta, pero ella consiguió liberarse de las vastas manos del hombre, con tan mala suerte de caer al suelo. La chica se apresuró a ponerse en pie, mas una sexta silueta apareció con un cuenco en una mano y algo que relucía en la derecha. Se quedó mirándolo, absorta, tenía miedo pero cuando se unió a los cánticos su voz era agradable al oído y suave como el sonido de la brisa. Se quedó inmóvil, cautivada por aquel sonido.

Quien la hubo dejado escapar volvió a agarrarla, esta vez de ambas muñecas y el de la voz cautivadora se acercó colocando lo que portaba en la mano derecha, una daga, contra el cuello de la niña y debajo, de él, el cuenco. El silencio se hizo en la boca de todos los presentes y él susurró una estrofa de forma pausada y perfectamente audible para la niña, pero ella era incapaz de comprender el idioma. Al articular la última letra, hizo  un rápido gesto con el cuchillo y acabó con la noche de terror que hubieron causado a la joven.


Aquella fue el primer asesinato en aquella finca, sin embargo, no se trató del último, pues le continuaron cuatro asesinatos de jóvenes vírgenes más, cada cual fue torturada y sacrificada con más brutalidad que la anterior. La leyenda cuenta que los espíritus de aquellas víctimas quedaron atrapados entre aquellas cuatro paredes y, al no encontrar su descanso eterno, atormentaron a la familia Larios, hasta el punto de llevar al Marqués de Larios a la locura. No contentas con ahuyentar a cualquier familia que haya vivido en aquella hacienda, atormentan a todo aquel que ose entrar en su morada.



Fuentes: