Los errores que cometemos
son las cicatrices que surcan
los rincones de nuestro cuerpo.
Hay cicatrices pequeñas,
medianas o tan grandes
que nos cruzan la espalda.
Cicatrices hechas por amor,
por odio o por orgullo de uno mismo.
Cicatrices que creemos olvidadas,
pero que ahí siguen,
incrustadas en nuestra piel.
Hay marcas que se pueden
ocultar al mundo y
otras con las que tenemos
que lidiar día a día.
Sin embargo...
La peor cicatriz posible.
La peor de todas ellas.
Aquella que más ocultamos.
Es la que es invisible.
Es aquella que no deja fisuras en la piel.
Sino, en nuestro alma.
30 de septiembre de 2018
16 de julio de 2018
En bote a la deriva
La cuna donde me mecen las olas,
la tumba que me ha salvado la vida.
Una vida ahora rodeada
por la nada y el todo
del océano.
Mi garganta áspera y seca,
mis pies empapados
y mi torso medio quemado.
Las aves me sobrevuelan,
ya no sé si para salvarme
o terminar de matarme.
Ya solo sé que estoy delirando.
Deliro con encauzar mi rumbo
sin perecer en el intento
y caer en el olvido.
11 de marzo de 2018
El primero de muchos
-Mamá, ya he terminado los deberes. ¿Puedo ver la tele?- preguntó Guille mostrando una tierna sonrisa de niño bueno.
-Sí, claro. Puedes ver un rato la tele - la madre ni siquiera le dedicó una mirada. No apartó la vista del libro que sostenía sobre su regazo.
Aunque había conseguido su pequeño objetivo, Guille no se movió del sitio. - ¿Por qué estás leyendo? ¿A los mayores también os mandan deberes?
A Carmen, que así es como se llamaba la madre, le divirtió la pregunta de su hijo y dejó escapar una pequeña y mal disimulada carcajada. Desvió lo mirada al pequeño que tenía en frente y le respondió - A los mayores no nos envían deberes como en el cole. Estoy leyendo porque me gusta.
-Puag, ¿te gusta leer?- el niño puso la misma cara que como cuando le obligan a comerse el brócoli -Pero si leer es lo más aburrido del mundo mundial.
-No, leer es muy divertido. Es como ver la tele.-
Guille pone cara de "no comprendo". Mira el libro de su madre por encima. - Pues yo no lo veo. Aquí solo hay palabras, ni siquiera tiene dibujos.
-No son solo palabras. Es lo que te cuenta, lo que transmite.-
-¿Lo que transmite?- quiso saber el niño.
-Sí, ven. Siéntate aquí.- la madre da una palmada sobre el asiento a su derecha. El chico la obedece y se sienta. - Este libro fue el primer que libro que leí cuando era pequeña. Se llama "El caballero de la armadura oxidada" .-
-¿Por qué tiene la armadura oxidada? ¿Se ha bañado en la piscina vestido?-
-¿Lo que transmite?- quiso saber el niño.
-Sí, ven. Siéntate aquí.- la madre da una palmada sobre el asiento a su derecha. El chico la obedece y se sienta. - Este libro fue el primer que libro que leí cuando era pequeña. Se llama "El caballero de la armadura oxidada" .-
-¿Por qué tiene la armadura oxidada? ¿Se ha bañado en la piscina vestido?-
28 de febrero de 2018
El corazón del bosque (Reto Literup 2018 #7)
El reto que he elegido este es el número 7, que trata de hacer un relato ASMR (aunque yo lo he adaptado a verso para que sea más agradable a la vista). Un ASMR (Autonomous Sensory Meridian Response / Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma) tiene como objetivo provocar bienestar y relajación, en el ámbito de la literatura suelen estar ambientados en la naturaleza:
El sonido sordo del viento
acaricia las briznas de hierva,
haciendo que se muevan
como si fueran las olas
de un mar en calma.
La copa de los árboles
produce un afecto de baibén
en armonía con la hierva,
haciendo caer algunas hojas al suelo.
Una, dos, tres hojas menos en el árbol.
Caen letamente como si no quisieran
dejar su hogar.
Cuatro, cinco, seis hojas más en el suelo.
Entre las hojas que yacen en el suelo,
pequeñas huellas de animales.
De ciervos, ardillas y gorriones.
De conejos, mapaches y zorros.
El sonido sordo del viento
acaricia las briznas de hierva,
haciendo que se muevan
como si fueran las olas
de un mar en calma.
La copa de los árboles
produce un afecto de baibén
en armonía con la hierva,
haciendo caer algunas hojas al suelo.
Una, dos, tres hojas menos en el árbol.
Caen letamente como si no quisieran
dejar su hogar.
Cuatro, cinco, seis hojas más en el suelo.
Entre las hojas que yacen en el suelo,
pequeñas huellas de animales.
De ciervos, ardillas y gorriones.
De conejos, mapaches y zorros.
20 de febrero de 2018
La magia de la música
Es el mago sin magia
que con sus dedos
dibuja las palabras.
Es la sirena con piernas
que con su canto
a los piratas hipnotiza.
Son las cuerdas
que danzan
al ritmo de los dedos.
Son las notas
que entonan
los dulces cantos.
Son aquellos músicos,
compositores y cantantes
que hacen que los poemas
se conviertan en canción.
Todo aquello es melodía.
24 de enero de 2018
En tiempo de moscas (Reto Literup 2018 #1)
Para mi primer reto de Literup he elegido el número 1 (escribir un relato cuy argumento sea tu chiste preferido), ya que me ha parecido divertido y que yo recuerde nunca he escrito ningún relato humorístico. En este caso, no he elegido mi chiste favorito, sino uno de los de mi infacia (el cual resalto en negrita). Espero que os divierta leerla, tanto como a mí escribirla:
-Era yo una mosca pequeña cuando, una vez, mi padre y yo volábamos sobre la cabeza del señor Guzmán y me dijo mientras la señalaba "¿Ves esa calva, hijo?" y después de que yo asintiera con la cabeza, continuó "Pues cuando yo tenía tu edad, tooodo esto era bosque", yo le pregunté qué era lo que ocurrió y él me contó que cuando él era joven el señor Guzmán cogió piojos, por lo que tuvo que raparse la cabeza al cero, es lo que hoy se conoce como... ¡Oye, Marina! ¿Me estás escuchando?
-Sí, sí, abuelo. Algo de que había unos piojos calvos- respondió su nieta, ¿no?
-No, eso no es. No me estabas escuchando. Estás con el móvil, como siempre.- el abuelo mosca agitaba su bastón a modo de sermón.
-Abuelo, es que tus historias son muy aburridas y la mosca que me gusta acaba de comentarme en Moscagram. ¡Ha dicho que salgo muy guapa! ¡No me lo puedo creer! Verás cuando se lo cuente a Susana, va a flipar.
-¿Y eso es más importante que escuchar a tu abuelo?
-Era yo una mosca pequeña cuando, una vez, mi padre y yo volábamos sobre la cabeza del señor Guzmán y me dijo mientras la señalaba "¿Ves esa calva, hijo?" y después de que yo asintiera con la cabeza, continuó "Pues cuando yo tenía tu edad, tooodo esto era bosque", yo le pregunté qué era lo que ocurrió y él me contó que cuando él era joven el señor Guzmán cogió piojos, por lo que tuvo que raparse la cabeza al cero, es lo que hoy se conoce como... ¡Oye, Marina! ¿Me estás escuchando?
-Sí, sí, abuelo. Algo de que había unos piojos calvos- respondió su nieta, ¿no?
-No, eso no es. No me estabas escuchando. Estás con el móvil, como siempre.- el abuelo mosca agitaba su bastón a modo de sermón.
-Abuelo, es que tus historias son muy aburridas y la mosca que me gusta acaba de comentarme en Moscagram. ¡Ha dicho que salgo muy guapa! ¡No me lo puedo creer! Verás cuando se lo cuente a Susana, va a flipar.
-¿Y eso es más importante que escuchar a tu abuelo?
14 de enero de 2018
Mi frasco de la felicidad
6 de enero de 2018
El único regalo de la lista
Eran días después de Nochebuena, al pasar por la habitación de mi hermano pequeño, lo vi con la cabeza agachada sobre el escritorio, estaba escribiendo. - ¿Mi hermano haciendo deberes en vacaciones? ¡Qué raro! - pensé. Así que me acerqué por la espalda para observar qué estaba haciendo.
- Pedrito, ¿qué estás haciendo? - mi hermano dio un sobresalto en su asiento y cubrió algo rápidamente con recelo.
- ¿Y a ti qué te importa? - me respondió mi hermano.
- No seas tan borde, solo te estaba preguntando - conforme yo intentaba echar un vistazo, Pedrito se echaba cada vez más sobre la mesa, pero dejó el hueco suficiente para dejar que asomase un trozo de papel.
- Estoy escribiendo la lista de los Reyes Magos. Hala, ya lo sabes.-
- A ver - cogí la esquina de papel que sobraba y de un tirón fuerte se lo arrebaté.
- ¡Oye! ¡Dámelo! ¡Es mío! - mi hermano, nervioso, se puso de pie e intentó quitármelo. Nada más tuve que poner el papel sobre mi cabeza y, voilà, ya no llegaba. Fue divertido ver como daba saltitos. - ¡Mamá! ¡Sonia no me deja en paz!
- Ahora te lo devuelvo, solamento quiero ver lo que has escrito.- la carta empezaba con el típico "Queridos reyes magos, este año he sido muy bueno..." , así que voy a lo importante: "Solo quiero un regalo, que vuelva Ruffy, lo echo mucho de menos". Ruffy era nuestro perro, ya era muy mayor y llegó al otoño. Todos lo queríamos mucho, era muy tranquilo y cariñoso, a mí me estaba costando superarlo, pero mucho más a mi hermano. No me esperaba algo así, me quedé sin palabras.
Bajé la carta y Pedrito me la quitó de las manos, en seguida se fue corriendo de su habitación. Me sentía mal, no solo por haber recordado a nuestro perro y los momentos tan buenos que pasamos con él, sino también por haberme metido con mi hermano.
Pasaron los días hasta que llegó la fecha señalada en el calendario. Mi hermano fue el primero en despertase, escuché como corría por pasillo hacia el salón. Me levanté de un salto de la cama y lo seguí. Vi cómo rebuscaba ansioso entre los regalos, los revolvió todos, miró debajo del árbol, detrás de sofá, por toda la habitación.
- ¿Y a ti qué te importa? - me respondió mi hermano.
- No seas tan borde, solo te estaba preguntando - conforme yo intentaba echar un vistazo, Pedrito se echaba cada vez más sobre la mesa, pero dejó el hueco suficiente para dejar que asomase un trozo de papel.
- Estoy escribiendo la lista de los Reyes Magos. Hala, ya lo sabes.-
- A ver - cogí la esquina de papel que sobraba y de un tirón fuerte se lo arrebaté.
- ¡Oye! ¡Dámelo! ¡Es mío! - mi hermano, nervioso, se puso de pie e intentó quitármelo. Nada más tuve que poner el papel sobre mi cabeza y, voilà, ya no llegaba. Fue divertido ver como daba saltitos. - ¡Mamá! ¡Sonia no me deja en paz!
- Ahora te lo devuelvo, solamento quiero ver lo que has escrito.- la carta empezaba con el típico "Queridos reyes magos, este año he sido muy bueno..." , así que voy a lo importante: "Solo quiero un regalo, que vuelva Ruffy, lo echo mucho de menos". Ruffy era nuestro perro, ya era muy mayor y llegó al otoño. Todos lo queríamos mucho, era muy tranquilo y cariñoso, a mí me estaba costando superarlo, pero mucho más a mi hermano. No me esperaba algo así, me quedé sin palabras.
Bajé la carta y Pedrito me la quitó de las manos, en seguida se fue corriendo de su habitación. Me sentía mal, no solo por haber recordado a nuestro perro y los momentos tan buenos que pasamos con él, sino también por haberme metido con mi hermano.
Pasaron los días hasta que llegó la fecha señalada en el calendario. Mi hermano fue el primero en despertase, escuché como corría por pasillo hacia el salón. Me levanté de un salto de la cama y lo seguí. Vi cómo rebuscaba ansioso entre los regalos, los revolvió todos, miró debajo del árbol, detrás de sofá, por toda la habitación.
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